Morir de éxito

Morir de éxito

Jerónimo Tormo,

Christian Bragarnik ha vuelto a tropezar con la misma piedra. El propietario del Elche CF no levanta cabeza porque su soberbia deportiva no le permite rectificar. Ya no sorprende ver al equipo franjiverde sin saber que es ganar un partido, tras más de cuatro meses de competición. La vergüenza ha dejado paso a la resignación. La dejadez con la que el argentino ha gestionado el día a día franjiverde se ha convertido en el hilo musical de la temporada. Nadie cree en el poder de reacción de un EDT que cada día que pasa pierde más su etiqueta de EDT por los deméritos que ha acumulado. Bragarnik ha muerto de éxito. El propietario no ha sabido atender a la máxima del fútbol en donde si no te renuevas, estás abocado al fracaso. Quizás 'El dueño de la pelota' ha sido, como el conjunto ilicitano, un hombre con suerte y poco más. El problema es que la suerte no siempre toca dos veces a la misma puerta y con el sudamericano ya había hecho una excepción.

El tiempo ha dejado con el culo al aire a Bragarnik. Cuando varios entrenadores no salen satisfechos del Martínez Valero, y sobre todo aquellos que han cumplido los objetivos marcados, el problema ya ha traspasado la línea de quién debe saber cuál es su parcela y qué funciones atañen a cada profesional de un club de fútbol. El propietario franjiverde no sabe trabajar en equipo, o al menos en Elche no confía en su equipo. Cada vez que saca pecho hablando de lo que le gusta escuchar a quién le rodea, se ríe de una afición que ya le tiene calado. Su modo de actuar desmonta cualquier teoría en donde el argentino ha demostrado que alhabia pocos le ganan, pero aquí lo importante son los hechos; no las palabras. No le importa lo que su secretario técnico le proponga, menos aún lo que su entrenador le pida o lo que sus empleados, profesionales autorizados en la materia, le aconsejen cuando se deben tomar decisiones que pueden poner en jaque la salud deportiva y económica del club franjiverde.

El Elche CF de Bragarnik huele a fracaso y solo puede terminar en fracaso. El tiempo da a cada decisión sentido con la consecuencia que se merece. No se puede vivir de espaldas a la realidad. Menos aún quererse el inventor de un método que, al más mínimo contratiempo, ha hecho aguas. El argentino se encontró un club que atisbaba el horizonte de su estabilidad económica, sin olvidar un proyecto deportivo que gracias a un entrenador al que maltrató contractualmente, le puso sin bajarse del avión en el Olimpo del fútbol español. Mucha fortuna para un aprendiz de gestor de fútbol que no había puesto un pie en Europa y que al tocar tierra se le ha manchado el betún de su calzado. Así es el fútbol cuando se muere de éxito. Tan cruel como caprichoso y traicionero, tan doloroso como justo cuando sacas pecho sin haberlo merecido. Una bofetada de realidad que hasta quien vive en la nube más alta no puede evitar porque este deporte igual que endiosa a las buenas te hace terrenal a las malas.

Y aún así, nunca es tarde para rectificar. Puede que el camino hacia el abismo ya no tenga vuelta atrás pero, ahora que muchas caretas han empezado a caerse, e incluso aquellos que han sido papagayos de las bondades EDT han empezado a cambiar el paso porque ya no les renta ser sus voceros; el aficionado puede perdonarse realmente entiende que hay un cambio con el que enmendar errores. Hacerlo o no sólo depende de lo que Bragarnik quiera para el bien de su Elche CF. Poner su ego fuera del tablero de la partida no parece el camino más sencillo, pero el argentino debe ser consciente de que todo lo que no se ha convertido en realidad su labia será hacerse trampas jugando al solitario ante una afición que no va a permitir un nuevo engaño durante el mercado de fichajes de enero, menos aún sin la reacción de un grupo de jugadores que, como Bragarnik, no han sabido asimilar el gestionar sus éxitos para acabar siendo víctima de esta muerte dulce que ya amarga.

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