Mister X miente

Mister X miente

Jerónimo Tormo,

No entiendo la mentira, menos aún cuando es malintencionada. ¿Qué se esconde detrás de una falacia? Algunos dirán que ignorancia, y puede que tengan razón. Otros, quizás los más instruidos y menos ingenuos, hablen de pequeños traumas del pasado, espinas clavadas, por resolver. Mentir para desprestigiar. Tratar de manchar una imagen, aprovechando la falta y el manejo de la información. Qué bajeza. Tan ruin como absurdo. Sobre todo, cuando la verdad está al alcance de una respuesta tan objetiva como fácil de escuchar, entender y dejar a quien miente con los pantalones a la altura de los tobillos. ¿Imaginan la fotografía? Retratado.

Vamos a sacar la cámara de fotos. Mister X miente. Lo hace con premeditación y alevosía. Míster X es soberbio porque Míster X sabe que Patricia Rodríguez nunca ha dicho que no vaya a hacer un ERTE en el Elche CF. Es más, ha dicho que "la bajada de los sueldos es otra de las medidas que barajamos junto con los ERTE's". ¿Por qué miente Míster X? ¿Por qué quiere quedar en evidencia? ¿Por qué se inventa lo que nunca ha sucedido? Una mentira contada mil veces nunca se convertirá en verdad. Seguirá siendo una mentira y el que la cuenta, un mentiroso.

El problema de Míster X no es creer sus propias mentiras. El problema es que alguien las crea, las cuente y contagie al entorno. Ese es el problema. Todos somos tan esclavos de nuestras palabras como tenemos el derecho a que no pongan palabras que no decimos en nuestra boca. Jugar a lo segundo es muy sucio. Tanto como ajustar cuentas pendientes que nacen del rencor de haber tenido que dejar tu silla a quién intentas desprestigiar con una mentira, ridícula sí, pero mentira. El pasado tiene demasiadas aristas que pulir en un territorio, que a veces puede ser tan hostil, como el Elche CF.

Hace años, un buen amigo que pasó por allí, me decía que una silla en el Martínez Valero te vuelve idiota. Te hace creer lo que nunca has sido y nunca llegarás a ser. Como si de un momento de enajenación transitoria se tratara, tocar poder te aísla de la realidad del mundo, más aún si te rodeas de palmeros y voceros que, a ritmo de papagayo, ensalzan tus virtudes y esconden tus defectos. Un mundo al estilo de El Mago de Oz en donde ser Dorothy está al alcance de cualquiera pero siempre hay que buscar un espantapájaros, un hombre de hojalata y un león cobarde que que te acompañen por el camino de baldosas amarillas.

No hace falta ser muy listo para saber quien es Míster X. Él lo sabe, y también lo saben los que viven y defienden sus malintencionadas y perecederas preguntas e informaciones. Alguien capaz de corroer la imagen de quién le quitó su silla en el reino del Mago de Oz. Con la que está cayendo y, en vista de lo que significa que te toquen el bolsillo cuando cumples con tu trabajo, en lugar de sumar apuestas por restar por el interés personal de matar a quien te mató. Seguro que él en su empresa lo habría hecho mejor o, quizás, habría dibujado la solución en una pizarra desechable. No mientas Míster X.

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