Ni churras ni merinas

Elche CF | OPINIÓN

Ni churras ni merinas

Jerónimo Tormo,

Un punto contra quince partidos sin ganar. Un mercado de fichajes sin reforzarte contra una gestión que llevó al Elche CF a Segunda División en los despachos. No mezclemos churras con merinas, que el pelaje está muy caro. Los últimos siete días han dado para mucho en el Martínez Valero, tanto en el plano deportivo como en el institucional. Nos conformamos con las migajas porque el pastel es inalcanzable. Almirón y Bragarnik, Bragarnik y Almirón. Levantar la voz se ha convertido en el consuelo inconsolable de una afición que sabía que en la temporada 2020/2021 iba a sufrir pero no que iba a tener que sacar del baúl de los recuerdos tantos malos momentos de antaño.

Veinte buenos minutos, tras una primera mitad de sometimiento (y en algunos momentos de impotencia y vergüenza), han borrado las críticas hacia Almirón. El rayito de luz al que se coge el entrenador argentino es el clavo ardiendo de esperanza a la que el sufrido aficionado franjiverde apela. No soy quien para restar mérito al esfuerzo del equipo, pero recuerdo que el esfuerzo se presupone. Faltaría más. Puede maquillar, pero nunca esconder las deficiencias de un grupo al que hemos pedido de manera insistente que cambiara su idea de juego y no lo hizo, quién sabe si por iniciativa propia o de su entrenador, hasta verse con el agua al cuello y al límite.

El Elche CF tiene que ser práctico. Adaptar y ajustar su juego a las características de sus futbolistas. Si tiene dos delanteros referencia debe enviar balones largos, si tienes dos buenos encaradores que centran debe suministrarles de balones, si tiene lentitud de pensamiento en la medular debe transitar por bandas o buscar el balón largo. Justamente todo lo que no hizo y sí hizo en cuarenta y cinco y cuarenta y cinco minutos. Y oigan, que salió bien. Sorpresa. Dos más dos son cuatro hasta en el mundo perfecto sin autocrítica de Jorge Almirón. Quizás, sin reacción, hoy no estaríamos hablando del argentino como entrenador franjiverde. Quién sabe, eso depende de la voz del amo.

Paralelamente, dos horas antes de empezar el decimoquinto partido que el Elche CF acumula sin conocer la victoria se apostó por protestar. Derecho tan legítimo como plausible y loable, pero incomprensible. Me cuesta entender el revuelo que se ha montando en el entorno por lo que se considera una gestión institucional pobre cuando no hace mucho se miraba hacia otro lado mientras la gestión era la que llevaría al Club de Primera a Segunda en los despachos y de Segunda a Segunda B en los terrenos de juego. Tanto silencio antes y tanto ruido ahora, sin olvidar que hay un ex máximo propietario que ha vendido y no ha cobrado. Caprichos del fútbol que también se alientan desde altavoces mediáticos con sello propio.

Volviendo a lo deportivo. Hay qué ver cómo es el fútbol. Veinte buenos minutos hacen olvidar quince partidos sin ganar. El Elche CF nos ha regalado tan poco durante los últimos poco más de tres meses que cualquier reacción franjiverde es el clavo ardiendo hacia la esperanza. El fútbol son estados de ánimos y el del sábado, después de todo lo que se acumula en la puerta del Martínez Valero, subió un poco el nivel de satisfacción para que Almirón pueda respirar. Si es por el entrenador argentino, mal vamos. Yo por una buena primera mitad de la segunda mitad no voy a dejar de pensar que su cabezonería está llevando al Elche CF a Segunda División de forma irremediable, pero tampoco le voy a restar de su haber las cosas que haga bien.

El argentino ha tenido que ver la luz con el agua al cuello. Con la primera parte quizás más vergonzosa del equipo franjiverde, infantil en defensa descoordinado en la presión y perdido en ataque; Almirón decidió hacer lo que debió hacer desde el primer minuto, adaptarse a las características de sus jugadores y dejarse su ADN aparcado en un rincón para ser práctico e intentar ganar. Que luego se consiga es otra cosa pero si el Elche CF es el Elche CF siempre estará más cerca de conseguirlo que de que le pinten la cara. A mí lo de rayos de esperanza, puntos de inflexión y generación espontánea de entusiasmo no me dice nada si una semana después el entrenador vuelve a las andadas porque el partido no le aprieta el nudo de la corbata.

Almirón ya sabe cuál es el camino y ahora depende de él seguirlo porque sus jugadores se lo han enseñado. Que sea un espejismo o un atisbo de realidad, que el Elche CF haya subido el nivel y se haya abstraído de su paupérrima situación o que el Villarreal CF lo haya disminuido en un exceso de confianza o por un bajón físico me lo dirá el césped. Hablar ahora de haber querido juntar siempre a Guido Carrillo y a Lucas Boyé no me vale porque por una vez que salga bien, cuando la idea de juego que siempre se ha defendido ha sido la del 4-3-3, me suena a excusa. Revolviendo a lo institucional. Qué más da churras que merinas, si total he aprendido a que mientras la pelotita entre a nadie le importa nada y que cuando se hace algo, ojo con la mano que mece la cuna.

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