La bola de cristal

Elche CF | OPINIÓN

La bola de cristal

Jerónimo Tormo,

El Elche CF vive la recta final de temporada inmerso en un conflicto de bipolaridad. El equipo debe luchar el presente, para terminar de la manera más digna un vergonzoso curso (al menos en nombre de la masa social a la que representa), pero se aferra a la mentira de trabajar el futuro, mientras alinea, al unísono, a tres cedidos que no entran en los planes del próximo curso (Nteka, Álex Collado y Lirola); y el cuarto no juega porque se le ha terminado por lesión la temporada.
Bragarnik debe de haberle cogido prestada a la Bruja Avería su bola de cristal para planificar la próxima temporada. Sólo así se entiende que se pueda ver tan clara y definida como para hablar de hacer pruebas de cara a una campaña que está por venir; con jugadores que no van a estar, mientras que los que van a estar se quedan algunos en el banquillo sin oler el césped, y otros ni tan siquiera viajan y son el descarte del ramillete de centrales.

La campaña franjiverde es tan ridícula que lo mínimo satisface y sirve como motivo de orgullo para sacar pecho. El mensaje de Beccacece ya ha encontrado las primeras grietas por las que se cuelan las dudas. El fútbol es ganar. No importa la forma en la que se haga. Sino se consigue el mensaje no cala, y menos aún un discurso que se viste desde la utopía de un futuro que preocupa incluso ya más que el aberrante presente.

El aficionado ya no piensa en lo que vendrá. Bastante ha sufrido con lo que ha venido y sigue viniendo. Las matemáticas del fútbol son muy fáciles. Ganar, ganar, ganar y volver a ganar. Triunfos que sean alegrías de presente, el pasado ya es historia y el futuro cuesta entenderlo con tantos circunloquios. El discurso ya suena a prefabricado. Ha perdido naturalidad y ese es el primer paso hacia la desconfianza. Si ahora ya no importa ganar y lo que importa es construir el futuro, ¿qué pasará cuando no se gane y el futuro no se construya?

Las verdades tienen las patas muy cortas y en el fútbol, el terreno de juego da para lo que da. Del 90x45 al 120x90 del verde no te puedes escapar, ni por abajo ni por arriba. Es el límite. Otra cosa es como te manejes entre las dos medidas. Sólo se puede trabajar el presente, pensando en el futuro si tienes el consentimiento de un superior que te permita que el fin justifique los medios. Ahí es donde nace el conflicto de intereses. La bipolaridad que desdibuja la competición y la profesionalidad.

No estamos en pretemporada, insisto una vez más. Que una mentira se repita mil veces no va a hacer que se convierta en verdad. Ni por activa no por pasiva. Restar importancia al resultado, porque se mira al futuro, resta valor al producto y al trabajo diario. Si hoy no importa ganar, porque se pierde, mañana no importará ganar, cuando se gane. Si el fin justifica los medios y lo único que cuenta es preparar el próximo curso, ¿qué importa esta recta final de temporada?
Beccacece se marcha contento con la derrota porque lo que se entrena se refleja durante la competición en el terreno de juego. El problema llega cuando lo que se entrena y se refleja sobre el terreno de juego no te ha dado todavía para ganar un mísero punto y tu casillero particular está a cero. Incluso Almirón, a estas alturas de la aventura BKCC, ya sumaba dos puntos en tres partidos. ¡La gran metedura de pata de Bragarnik que ha vertebrado el desastroso curso en el banquillo ya sabía que era puntuar!

Beccacece vende el futuro pero no parece comprar el presente. Tampoco diferencia entre lo que es oscuro y lo que puede ser negro. Será cuestión de afinar la puntería y de seguir insistiendo. De que la charla semanal entre representante y representado decida llegar a ese punto en el que toque ponerse serios. No debe de ser plato de buen gusto pasear entre derrotas, y de momento Christian y Sebastián sólo saben pisar el césped que ya han pisado.

No estar aquí "para explicar las derrotas" sino para "seguir trabajando y construyendo lo que viene" es una excusa de perdedores ante no saber ganar. El más puro humo al estilo argentino que ha vendido Bragarnik en tres años en donde la pelotita ha querido entrar pero, ahora que no lo hace, se le ven las vergüenzas al proyecto y a la capacidad. Si este va a ser el guión al que se quiere acostumbrar, desde el Martínez Valero, al pueblo; creo que nuestro mayor problema no va a ser descender esta temporada.

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