El nuevo fútbol, la nueva normalidad

Elche CF | OPINIÓN

Siluetas de cartón piedra en el estadio Martínez Valero / Sonia Arcos, Elche CF

El nuevo fútbol, la nueva normalidad

Jerónimo Tormo,

El fútbol sin aficionados es menos fútbol. No es un slogan, es una realidad. Más aún cuando se vive en directo. Desde los primeros acordes del Aromas Ilicitano, y los jugadores saltando al césped, hasta el pitido final del árbitro señalando el camino a vestuarios. Qué decir de un gol sin público, tan frío como extraño a la hora de celebrar. El Martínez Valero vivió el viernes el primer partido a puerta cerrada de su historia y no fue por castigo, fue por la necesidad que ha provocado un virus al que todavía seguimos combatiendo.

No es lo mismo contarlo que te lo cuenten. Vivirlo en primera persona que a través de la pantalla de la televisión. Creo que todos los que estuvimos presentes en el estadio sentimos que a nuestro trabajo le faltaba algo. Sin público en las gradas ni micrófonos de ambiente, prohibidos por LaLiga, que pudieran recoger a qué suena una disputa de balón, un chut a portería o una orden de cualquier entrenador. Todo queda en la intimidad del oído humano. Las protestas y las alegrías retumban en un estadio vacío con el que el futbolista se ha quedado huérfano.

Sin afición con la que festejar o pedir ayuda. Puede que el Elche CF con su gente en la grada hubiera tenido ese plus que necesitó durante gran parte de un encuentro en donde se perdió y no supo encontrarse, ante el buen manejo del balón del rival. Nunca lo sabremos. Nos tenemos que confirmar con una grada en la que por mucha silueta de cartón, bufanda, bandera o pancarta lo artificial es imposible que pueda sustituir a lo natural. Se nota tanto como la falta de ritmo tras tres meses de dudas y miedos, en los que lo mejor ha sido la posibilidad de volver para intentar recuperar una pequeña parte de nuestra normalidad.

Tampoco me olvido del ambiente periodístico. Nos han marcado un gol. Cómo fiel defensor del Periodismo, tanto para lo propio como para lo ajeno, lo del viernes no estuvo bien. He podido vivir un deleznable y cobarde veto en mis propias carnes durante once meses en los que muchos de los compañeros que faltaron el viernes a su puesto de trabajo, y se les impidió cumplir con su compromiso con oyentes y lectores, miraron hacia otro lado. Ahora tampoco alzan la voz. Yo sí. Paradójicamente yo sí estuve donde se me prohibió, de manera dictatorial, estar cuando otros no pudieron estar. Las vueltas que da la vida.

Un ejemplo de que la gente pasa pero el Periodismo sigue. Lo del viernes en un veto a la libertad de expresión y comunicación, maquillado por un protocolo que, incomprensiblemente, no permite el acceso a los ojos y a la voz de muchos aficionados que, a través de la Prensa, también viven el fútbol. Si al fútbol le quitamos la afición que lo disfruta y los medios de comunicación que lo transmiten, qué nos queda. Y qué decir de los fotoperiodistas. Cada uno en un rincón del Martínez Valero con tanta grada a su alrededor como vergüenza por ser una víctima más del juego.

El covid-19 ha provocado un ambiente desangelado en un mundo, el del fútbol, en donde lo único que se pretende es terminar lo que se ha empezado porque el negocio es más importante que la salud. Recuperar la normalidad será cuestión de saber equilibrar la mezcla entre el miedo y la coherencia. Es el resultado de una pandemia tan traicionera como dañina, que ha volteado las reglas de nuestra sociedad, en apenas tres meses. Sigue siendo fútbol, siempre lo será, porque decir lo contrario es una milonga; pero es mucho menos fútbol de lo que creíamos que podía llegar a ser.

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