El Elche se destapa en el segundo tercio

El Elche CF crece. Al menos eso dicen los números, que es lo más objetivo para medir la evolución de un equipo durante una temporada. El equipo franjiverde ha pasado de sumar diecinueve puntos en el primer tercio de la competición (el 45’23%) a aumentar sus prestaciones, logrando dos puntos más, veintiuno, en catorce partidos (el 50%). Unas cifras que han hecho que el conjunto ilicitano haya pasado del decimosegundo puesto en la tabla, al sexto; y lo que es más importante, consolidando sus objetivos. La permanencia ha pasado de estar a cinco puntos de ventaja, tras terminar la primera de las tres partes en las que está dividida la temporada, a estar a once; más del doble. En cuanto al playoff, la escuadra de ‘Pacheta’ terminaba hace catorce jornadas a tres puntos de la zona noble y ahora tiene una ventaja de dos sobre el séptimo clasificado.

El Elche CF ha cerrado un segundo tercio de competición con muchas razones para creer en que el trabajo tiene recompensa. No son sólo los números, también son las sensaciones. El equipo franjiverde se ha demostrado a sí mismo, y a toda la categoría, que es un equipo a tener en cuenta en esta Segunda División. Con sus altos y sus bajos, los ilicitanos han sido capaces de asaltar estadios de enjundia para convertirse en uno de los visitantes más temidos. El equipo de ‘Pacheta’ ha dejado su huella en campos como Santo Domingo, Tartiere, Montilivi, Riazor, Carlos Belmonte o Juegos Mediterráneos. Vaya seis plazas. Números que incluso han mejorado, más allá de lo pobres que son, para un equipo de la zona alta, en el Martínez Valero.

Regularidad

La clave de este Elche CF está en la regularidad. Si los franjiverde destacan por encima del resto es por mantener una línea constante durante la temporada. Cuando equipos como el Cádiz CF o el RC Deportivo representan las dos caras de una moneda, el conjunto de ‘Pacheta’ ha sido esa hormiga que almacena de cara al invierno puntos para el tramo definitivo de la temporada. Los ilicitanos han sabido equilibrar su balanza, en sensaciones y números, para, quizás no destacar en la categoría por rachas de victorias o derrotas, pero si, como la gota erosiona la piedra, acercarse a sus objetivos. Una forma, ni mejor ni peor, que otras pero si, al menos, que garantiza no perder la confianza, ni despertar dudas, en un entorno para entender, primero, a qué está llamado un equipo, y segundo, entender si tiene opciones de algo más.