Año I después de Patricia Rodríguez

Elche CF | ANÁLISIS

Patricia Rodríguez posa junto al escudo del Elche CF / Sonia Arcos - Elche CF

Año I después de Patricia Rodríguez

La directora general cumple su primer año al frente del Elche CF. La vasca ha tenido que remar contra corriente en la parcela económica, para reconducir y estabilizar la situación del club franjiverde. Tiene tres años más de contrato firmados.

Jerónimo Tormo,

Patricia Rodríguez cumple un año al frente de la dirección general del Elche CF. Tal día como hoy, hace doce meses, José Sepulcre, por aquel entonces máximo accionista de la entidad franjiverde, ponía sobre la mesa el nombre de la vasca como si de la joya de la corona se tratara. La guipuzcoana era su as en la manga, una de los dos pilares sobre los que el abogado ilicitano quería construir su proyecto a cuatro años, a pesar de la bienvenida que le granjearon ex directivos como Ramón Segarra, que ya tuvo que salir por la puerta de atrás del club franjiverde.

Trescientos sesenta y cinco días después, José Sepulcre ya no está, ha vendido su proyecto a Christian Bragarknik, pero Patricia Rodríguez ha cumplido el cometido que se le asignó con su contratación. La vasca no ha decepcionado a aquellos que veían en la directiva mano firme para enderezar el rumbo de una empresa, más acostumbrada al borrón y cuenta nueva que a la gestión eficiente y meticulosa que la directora general ha implantado. Aún así, no todo ha sido un camino de rosas y Rodríguez ha ido aprendiendo día a día qué es el Elche CF.

Tarjeta de presentación

Pasado profesional en Eibar, límites salariales imprecisos, recortes de personal, voces discordantes de ex directivos, lucha diaria contra las deudas, venta del Club y crisis sanitaria del covid-19 con ERTE incluido. Muchos frentes abiertos para dar forma a una tarjeta de presentación, ante los que Patricia Rodríguez ha respondido con horas de trabajo. "Ha pasado un año, pero parecen muchos más", asegura en declaraciones a EFE. La vasca ha tenido que lidiar con un sin fin de sorpresas que, a cada cajón abierto en el Martínez Valero, dejaba un regalo envenenado de la gestión y heredada.

Patricia Rodríguez ha tenido que ganarse la confianza de los aficionados franjiverde superando dos primeras impresiones. Su nombre asociado a aquel SD Eibar que arrebato, de manera colateral, la categoría de Primera División; y su elección por José Sepulcre, unida al estrecho vínculo con LaLiga, de la que en breve será vicepresidenta, han sido sus dos principales caballos de batalla para ganarse la confianza de una masa social franjiverde que perdona pero no olvida todo lo sucedido en verano de 2015, con el descenso administrativo que provocó la nefasta gestión de Sepulcre.

Hacer rentable y viable al Elche CF ha sido, es y será la prioridad de la directora general. La guipuzcoana ha sabido solventar los escollos que se ha encontrado por le camino durante estos doce meses. Cómo en la parcela deportiva, tuvo que regatear las falsas promesas de José Sepulcre en torno a la cifra que daría forma al límite salarial con el que hacer la plantilla. No dudó a la hora de reajustar el personal con los despidos de Luis Miguel Quirant, Rafa Fernández y Jesús García, y ha sobrevivido a los rumores, ante los que siempre con ironía ha respondido, apuntaban a un futuro incierto en el Martínez Valero tras el anuncio de compra venta del Elche CF por Christian Bragarnik.

Crisis del covid-19

Sin embargo, el principal obstáculo al que se ha tenido que enfrentar Patricia Rodríguez ha llegado en la recta final de su primer año en el cargo. La crisis sanitaria del covid-19 ha dejado al descubierto la fragilidad económica en la que viven los clubes de fútbol profesional, dependiente de los derechos televisivos para sobrevivir. La falta de ingresos y la acumulación de gastos ha desembocado en un ERTE que, con el plante a no entrenar de la plantilla de jugadores por tener reducción de jornada laboral, ha puesto entre la espada y la pared la metodología de Patricia Rodríguez.

La directora general ha tenido que dar marcha atrás en una hoja de ruta que ha tenido que acelerar, respecto a sus previsiones iniciales, ante la presión de los futbolistas. Una decisión de la que seguro que la vasca tomará nota y aprenderá, a modo de experiencia, de cara al futuro. El mundo del fútbol se rige por los gastos y los ingresos, como cualquier empresa, pero con un añadido extra; el emocional. El balón marca la diferencia entre el éxito y el fracaso. Por muy saneada que este la economía de una empresa, sin futbolistas no hay futbol y el Elche CF es una empresa que tiene como fin el deporte del balompié.

Rostro franjiverde

Patricia Rodríguez ha conseguido dotar en su primer año, en líneas generales, de seriedad y credibilidad a la parcela económica, algo que escaseaba en los últimos años. La guipuzcoana se ha convertido en el rostro de un club que, con Joaquín Buitrago como presidente institucional y Christian Bragarnik sin dar todavía la cara de manera pública ante su afición desde que se anunciara su desembarco accionarial, trabaja para no repetir errores del pasado, enderezar su rumbo y olvidar la peor página de su historia; un descenso administrativo por las deudas de su gestión.

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