Trogloditas

Trogloditas

Jerónimo Tormo,

El fútbol español ha estado plagado de dirigentes peculiares que, aquellos que hemos crecido en la década de los noventa, hemos visto llenar horas de radio y páginas de prensa escrita por sus aventuras y desventuras. De Ramón Mendoza a Jesús Gil pasando por Josep Lluis Núñez o Manuel Ruíz de Lopera. Los ha habido menos mediáticos y que sólo han podido tener su minuto de gloria como José María Caneda y su fiel escudero en la puerta de la LFP, José Fidalgo. Eran otros tiempos en donde la farándula futbolística giraba en torno a una especie que, parecía, tenía fecha de caducidad por simple darwinismo. Sus apariciones nos hacían, y todavía nos hacen, reír.

El tiempo ha demostrado que los años pasan pero los estereotipos nunca mueren. Ni tan siquiera la teoría de la evolución ha permitido que esa subespecie futbolística haya pasado del austrolopitecus al homo sapiens, más aún, con técnicas más propias de trogloditas que de seres civilizados. Incluso los hay que apuestan por tácticas dictatoriales más propias de tribus indómitas dirigidas a golpe de hacha. Dirigentes que mantienen férreos filtros más propios del Tribunal de la Inquisición que de los que rigen la sociedad plural en la que vivimos en el año 2018.

En una época en la que la sociedad se va a pique, más preocupada por valores superfluos y residuales, es deber y obligación pelear por aquello en lo que creemos. Alejarnos de los personalismos y unir fuerzas contra los totalitarismos. Porque, a veces, una dictadura no necesita más fronteras que las que marcan las cuatro paredes de un despacho o menos secuaces que cinco palmeros de aplauso fácil y estómago agradecido que mienten para hacer daño cuando sus historiales están escritos desde la falacia y el ebrio servilismo de la devolución de favores.

Afortunadamente no existe venda lo suficientemente ancha como para taparle los ojos a la verdad. El tiempo pone a cada interés en su sitio. No se trata de personalismos, se trata de ideales. De conceptos tan básicos como los que rigen al ser humano desde su creación como persona e individuo. Que el ojo por ojo, diente por diente al que se aferran los sinsentidos quede desterrado. Porque hay conceptos tan básicos como fundamentales en los que prima lo colectivo ante lo individual. Porque sin periodistas no hay Periodismo y sin Periodismo la verdad, esa que al decir tanto duele a los dictadores, desaparece. Nadie puede amordazar a la libertad. Para jugar a ser Maduro hay que vivir en Venezuela. En España, la Libertad de Prensa, mal que les pese a algunos, existe. Ya ha pasado mucho tiempo de aquellos dirigentes como para haber evolucionado.

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