Más vale tarde que nunca

Más vale tarde que nunca

Jerónimo Tormo,

Yo no sé tú, pero a mí me da mucha pena, y también mucha vergüenza, ver la temporada que está haciendo el Elche CF. Tanta que me conformo, y se que es poco, con terminar la temporada con la pobre sensación de que me consolaría algo tan mínimo como ver al equipo competir y no regalar un descenso hacia el que se camina de forma irremediable. No sé si es mucho pedirle a este grupo de jugadores, visto lo visto, o, visto lo visto, es lo mínimo que se le debe pedir. Uno repasa la clasificación y echa un vistazo a la jornada y ve cómo cada conjunto de Primera División vende caros los puntos que ha perdido por el camino hasta esta parada del curso. Todos tienen oportunidades para sumar y esa es una sensación que hace todavía más dolorosa e impotente la situación franjiverde.

El Elche CF ha llegado a un punto de no retorno en el que ya no está sólo en juego evitar caer a Segunda División, y eso dice mucho. Cuando es más importante pelear por el honor que por la categoría, es porque la temporada está siendo un fracaso mayúsculo. El equipo franjiverde es, siempre que arranca una campaña, candidato al descenso.

Quién no lo entienda tiene un gran problema, pero ser uno de los conjuntos que van a tener que pelear como perros por evitar perder la categoría no debe confundirse con perderla de cualquier forma. El Elche CF puede perder cualquier partido de la temporada, como también puede ganar cualquiera, pero lo que no puede hacer es perderlo de cualquier forma y ese debe ser el motor que empuje a los franjiverde en busca de un milagro que parece inalcanzable.

El fútbol nos ha enseñado que, igual que no hay imposibles, se puede descender de muchas formas. Si la franjiverde se consuma, debe quedarse en todo lo que sucedió en un curso que apunta a ser de récords negativos. Todo lo que sea arrastrar la dinámica más allá de lo que suceda esta campaña sería peor noticia que un simple, y asumible, descenso.

No es lo mismo descender con, pongamos, diez puntos (algo que a día de hoy parece difícil conseguir), que hacerlo con una cantidad que honre la franja verde en los últimos coletazos por intentar maquillar una temporada que no va a hacer honor al año del Centenario. Sobre todo porque el fútbol es muy cruel. Ya no hablamos de la inercia y la desconfianza. Hablamos de la ilusión de una nueva planificación, de la confianza en el proyecto, del sentir de la afición y de la credibilidad del propietario.

Hay tiempo para todo. Para seguir haciendo el ridículo o para limpiar la imagen y, quién sabe, vender caro el descenso o incluso hacer la machada de la centenaria historia franjiverde. Y eso es algo que todos debemos tener grabado a fuego en lo que resta de calendario. Toda piedra hace pared. Desde el equipo hasta su afición, pasando por la Prensa.

Cuestionar no debe ser considerado como algo peyorativo. Prefiero la protesta y la crítica, ante lo que no funciona, en lugar de la complacencia y la falta de independencia por los intereses que mueven el fútbol y los mensajes que le rodean. Cuando se hace bien se premia, cuando se hace mal se castiga. El problema es que se haga mal y nadie alce la voz ante los acontecimientos porque, cuando menos te lo esperas, la vida te lleva a descensos administrativos ante los que llorar y patalear, lucir independencia y autosuficiencia, ya no sirve de nada. Más vale tarde que nunca.

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