El termómetro de la ilusión
Quince días post ascenso a Primera División. Sin novedades en el frente. El cuaderno de batalla del Elche CF sigue impoluto en la hoja en la que Jorge Almirón debe apuntar el nombre de sus refuerzos. Contrasta con una hoja de salida en la que los nombres se han apelotonado dibujando más de un borrón. La ilusión cotiza a la baja pero eso no es problema. No hay nada que no resuelva un par de nombres que dinamiten el pesimismo. Eso sí, primero tienen que llegar y de momento no llegan. El problema no es la falta de refuerzos, el problema es que el tiempo apremia y este Elche CF parte con demasiados hándicaps el inicio de curso liguero. Con nuevo, e inexperto en fútbol europeo, entrenador al frente; con la necesidad de firmar una docena de caras nuevas y con tres semanas en las que el fútbol no espera a nadie, y menos a un recién ascendido. Tampoco es que el calendario haya dado un respiro pero quién da un respiro en Primera División.
El Elche CF 2020/2021 va a tener que lucha contra diecinueve rivales y contra sí mismo. Una carrera de treinta y ocho kilómetros en los que el conjunto franjiverde tiene mucho qué decir, o al menos eso espera su sufrida afición. Nadie dijo que fuera fácil pero si lo fuera estaría al alcance de todos y son pocos los elegidos que consiguen el premio de estar en la máxima categoría del fútbol español. Las sorpresas del deporte del balompié son un pozo de expectación en donde la entidad del Martínez Valero ha conseguido pescar premio en la temporada más atípica del fútbol español. Quién iba a decirle al conjunto franjiverde que lo suyo acabaría en boda con la élite al final de una campaña en la que, más allá de las siempre dudas que se unen al ADN franjiverde, el curso había sido tan irregular como complejo.
Por eso, uno nunca pierde la fe porque si la UD Almería no es capaz de ascender con un presupuesto que deja en agua de borrajas a toda la categoría o el RC Deportivo desciende a Segunda División B tras haber jugado el playoff de ascenso un año antes es porque el fútbol nunca rellena su quiniela con los símbolos que todos elegiríamos. Aún así, nos e debe confundir la paciencia con la parsimonia. De nada sirve una pretemporada en la que un entrenador no pueda ensayar todo lo que debe con los mimbres más cercanos a los que dispondrá durante meses de infarto. Nadie entendería que durante la próxima semana ese termómetro de ilusión coja grados con la llegada de fichajes que alimenten el sueño franjiverde, no sólo de los aficionados, sino también de un Jorge Almirón que estará igual de expectante.