Permanencia psicológica

Elche CF | OPINIÓN

Permanencia psicológica

Jerónimo Tormo,

Hay victorias y victorias. La cosechada por el Elche CF en Granada ha sumado algo más que tres puntos en el casillero franjiverde. El triunfo ilicitano es la confirmación de su resurgir desde la llegada de Francisco al banquillo del Martínez Valero. El mes competitivo había dejado tres derrotas en los últimos cuatro partidos, combinados con una amalgama de sensaciones que habían dejado desequilibrada la balanza del objetivo. El Nuevo Los Cármenes ha marcado, a falta de diez partidos para el final del curso, la permanencia psicológica en Primera División. Hay que entender el término, como se entiende qué significa alcanza la salvación virtual antes de la matemática. Ambas son el paso previo a la anterior y, aunque necesitan el paso definitivo, permiten afrontar la competición con tranquilidad, que no relajación, para llegar a la meta con los deberes hechos. 

La permanencia psicológica es la punta del iceberg del momento que vive un equipo. El fútbol es un estado de ánimo y el del equipo franjiverde cotiza al alza. Toda temporada tiene un momento en el que la curva hacia el objetivo inicia su tramo descendente. Haber entrado en la treintena de puntos permite afrontar la recta final de un camino en el que, sin dejar de pensar en que toca seguir ganando, cada paso puede ser el definitivo para alcanzar la permanencia virtual que de paso a la permanencia matemática. El momento para el Elche CF ha llegado. La hora en la que la cabeza mueve a las piernas desde la confianza que genera el querer y poder. El estado anímico del grupo es el motor de un grupo que ha alcanzado su nivel de juego y de resultados a golpe de marcadores. Alegrías y tristezas deportivas que cincelan el carácter de un equipo en busca de su objetivo. 

El Elche CF de Francisco ha conseguido tener una personalidad clara y definida que explica en cada planteamiento cuál es el camino que se desea andar para llegar a la victoria. El trayecto tiene atajos y traspiés, tantos como minutos se deben capear desde el disfrute y el sufrimiento que significa cada jugada que pueda llevar a la victoria o a la derrota. La confianza de los resultados es el mayor aval de un grupo de jugadores que ha sabido reciclar un inicio de temporada que no estaba a la altura del nivel de una plantilla que, más allá de la cabeza responsable y visible de su entrenador, tenía en la responsabilidad individual de cada futbolista la suma de cada obligación para lograr el objetivo colectivo. No era fácil. Crecer y evolucionar supone cambiar muchas cosas y en el proceso está la exigencia que en ocasiones se puede convertir en impaciencia. 

El objetivo está encauzado. Sólo falta rematarlo. Puede parecer la parte más sencilla del trabajo pero es, al mismo tiempo, la más complicada. El principal rival del Elche CF en esta cuenta atrás para cerrar la temporada va a ser el propio Elche CF. Depender de uno mismo es un as en la manga que muchos equipos envidian, al menos todos los que se encuentran por detrás de los franjiverde. Un grupo de conjuntos que deben remar contracorriente y del que tres acabarán ahogados. Los franjiverde tienen la mal llamada suerte de haber acumulado puntos suficientes durante la temporada para vivir sin agobios clasificatorios. Una verdadera suerte que debería llamarse trabajo. El premio a la constancia se saborea desde la humildad. Son treinta y dos y nadie se salva con esa cifra. Falta el penúltimo empujón, porque el último no se da hasta que termina un camino que te puede llevar a lugares insospechados. 

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