Nunca se fue

Elche CF | OPINIÓN

Nunca se fue

Jerónimo Tormo,

José Sepulcre ha vuelto, en realidad nunca se fue. El que fuera presidente del Elche CF durante aproximadamente una década, ahora accionista mayoritario de la entidad del Martínez Valero, se ha labrado un camino de ida y vuelta a la primera línea franjiverde, a fuego lento. El empresario ilicitano ha aprovechado los continuos giros de guión vividos durante los últimos años para, en base a acontecimientos tan enroscados como maquiavélicos, abonarse el terreno y recuperar el sillón perdido tras el descenso administrativo a Segunda División. Toda una obra de ingeniería eólica en la que la vida ha soplado con viento a favor de triquiñuelas y metáforas, que han dado forma a una hoja de ruta tan improvisada como impensable.

Cuatro años de folios en blanco, escritos y desordenados a base de maniobras de chapa y pintura bajo el pulcro trabajo de orfebrería de aquellos que han sido sus títeres ante el foco mediático. Momentos de tensión que han dado sus frutos. Un plan perfecto que ni el mejor guionista habría podido imaginar. La casuística de los acontecimientos, unida al músculo económico al servicio de la tormenta perfecta. El tiempo se ha congelado en el Martínez Valero. Sin una escala de grises con la que comparar dónde está el principio y el final del nuevo escenario generado por un puñado de dinero y acciones, de repente, Sepulcre vuelve, cual héroe mitológico se tratara, a resurgir de entre las deudas que años atrás generó, como salvador entre las masas.

Siempre acompañado por su fiel escudero, Antonio Rocamora, como si de un Sancho Panza amarrado a su Don Quijote se tratara, peleando contra molinos de viento. Atados por los lazos de un destino con pasado oscuro y futuro incierto. Con la autoestima que confiere el dinero que lame las heridas, tras una patada en el culo que te ha sacado del primer plano. Sombras que mezclan pócimas en el cuarto oscuro del olvido para encontrar el hechizo que arroje luz al final del túnel. Dos ratas de laboratorio que, moviendo los bigotes en busca de queso, aceleran el experimento. Cuatro años de clandestinidad aderezados con apariciones públicas reclamando justicia, mientras gestionan desde el cuarto poder batallas de cruzados contra las decisiones que provocaron la mayor mancha del fútbol español.

Han regresado tras haber bailado con lobos. Sólo el tiempo dirá si para quedarse, y redimirse, o por el simple influjo del negocio y la codicia del querer más. “Cada uno con su dinero hace lo que quiere”, presumía Sepulcre ayer. Cierto. Tanto como que nadie pudo ponerlo, salvo el que ha tocado los hilos de las marionetas, como quien puntea un arpa con la yema de los dedos. Con un croquis hecho a medida, como el traje de seda más exquisito del mundo. Jugando a esconder la bola para enseñarla y volverla a hacer desaparecer. No han vuelto porque nunca se fueron. Mismos perros pero con distinto collar, dice el refrán. Moviendo el rabo al son que marca la música que maquilla la realidad, al ritmo de las palmas. Agradecimientos por doquier mientras un sentimiento que, a las puertas de su centenario, palpita y languidece, más sólo que nunca. Abandonado de la mano del dueño que cierra y abre la puerta de la casa con un único llavero que ata a su cinturón. Pobre Elche CF, a dónde te ha llevado el dinero…

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