Lucas Boyé, héroe y villano

Lucas Boyé fue el gran protagonista del empate del Elche ante el Cádiz. El delantero argentino marcó el gol que adelanto a los locales en la primera mitad y once minutos después de esa acción, vio la segunda cartulina amarilla por golpear con el brazo al defensor cadista Fali en un salto. 

Hasta el momento de la expulsión, Boyé había sido el mejor jugador franjiverde. Incluso en el cómputo global del partido, fue el más destacado pese a la doble amarilla. Su juego de espaldas y lucha constante con la defensa visitante dio vida al Elche en ataque. En la acción del gol, supo encontrar el hueco para armar un disparo que sé o no ajustado al palo en la portería de Ledesma. 

Pero ese carácter guerrero de jugó en esta ocasión una mala pasada. Recibió la primera cartulina por agarrar a Salvi cuando encaraba el área franjiverde, por detrás y sin opción de buscar el balón. Fue muy clara. Boyé realizó dos faltas más antes de la acción con Fali que le obligó a marcharse a la caseta antes de tiempo.

Del Cerro Grande consideró que era una acción merecedora de sanción y lo envió al vestuario. Boyé es un jugador que va al límite en cada acción, no se arruga ante ningún rival y esta característica de su juego, que tan bien le ha ido en muchos partidos, le sentenció frente al Cádiz. En jornadas anteriores, el delantero había rozado la expulsión en alguna ocasión al realizar entradas fuertes cuando tenía una amarilla. Frente al equipo andaluz, superó el límite, al menos según el criterio del colegiado.