Expediente Baraja

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Expediente Baraja

El técnico del Elche CF confunde al entorno franjiverde con alineaciones y cambios difíciles de entender. La ausencia de resultados en las tres últimas jornadas de Liga hizo que el domingo aparecieran los primeros silbidos. El vallisoletano prefiere que s

Jerónimo Tormo,

“La sensación de que a la mínima, ante una situación de dificultad, la gente se pone en contra... no lo entiendo”. Rubén Baraja no se mordió la lengua tras el empate del Elche CF ante el SD Huesca. El vallisoletano se refugia en el desconocimiento ante la reacción de gran parte de los 9.917 espectadores que se dieron cita en el Martínez Valero ante el cuadro oscense. El técnico franjiverde incluso prefiere que se le señale a él como blanco de las protestas aunque recula del cuerpo a cuerpo ante una situación real asegurando que “eso ya lo organizáis vosotros (Prensa)”.

La metamorfosis de Baraja durante la temporada ha ido de la mano del cambio radical que el equipo ha dado desde que encajara sendos 4-1 ante UE Llagostera y CD Mirandés. Lejos quedan en el tiempo las seis primeras jornadas de Liga en donde el vallisoletano y su equipo presumían de un juego atrevido y coherente que arrojaba buenos resultados. Las nueve jornadas consecutivas de competición no se salvan de los altibajos en el enrevesado juego del equipo ni de las decisiones difíciles de asimilar en las alineaciones del entrenador.

Baraja que sigue abusando de experimentos cada jornada. Cuando se gana se maquillan los defectos, cuando se pierde se engrandecen los errores. El enésimo entuerto del vallisoletano hizo ante el SD Huesca perder la paciencia a la afición del Elche CF. El entrenador sigue empeñado en estrangular sus ideas para dar forma a alineaciones en la que el desorden da forma a su teórico orden con jugadores fuera de posición. Baraja deja sin fútbol al equipo cuando tiene jugadores para mucho más. El técnico no potencia las cualidades de sus futbolistas, desaprovechándolas, haciendo que el problema individual se convierte en grupal sin sacar el máximo rendimiento al jugador.

Resultadismo

El técnico franjiverde cortocircuita al equipo, lo ahoga y le cierra el grifo con planteamientos incoherentes y decisiones de lenta reacción. El puzle no cuadra y el rendimiento del jugador se diluye. Con guiones así el equipo tira minutos a la basura, algo imperdonable en Segunda división. El entorno pide valentía al entrenador pero el técnico la aparca para asegurar el resultado. Con victorias en el zurrón la cortina de humo es más espesa pero cuando los marcadores no sonríen se empiezan a hacer más grandes las vergüenzas. A Baraja le ha salvado que los resultados le han acompañado pero en el empate ante los de Anquela el lío podría haber sido grande ante la explosión de hartazgo del Martínez Valero. La paciencia se ha acabado porque en veintiséis jornadas el fútbol pone a todo el mundo en su sitio, para bien y para mal.
 
Baraja siempre se ha mantenido firme en su discurso, tanto en las virtudes como en los defectos, pero si la Prensa y las lecciones gratuitas a la afición sobre la falta de animación desde la grada aparecen en la jornada vigesimosexta, demasiado pronto se empieza a usar un discurso típico de entrenadores pequeños con falta de capacidad de autocrítica. La afición ha asimilado el descenso administrativo pero sigue sin entender por qué un equipo con jugadores determinantes para la categoría no se atreve a jugar al fútbol o, al menos, a jugar dentro de una coherencia. Al menos, el vallisoletano no esconde la realidad y tras empatar de penalti en el Martínez Valero ante el SD Huesca calificaba el partido de decepción. Qué menos.

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