Pero Messi es campeón del mundo

Pero Messi es campeón del mundo

Jerónimo Tormo,

El Elche CF ha cogido la autopista al infierno de Segunda División. Nadie que entienda el inentendible mundo del fútbol apostaría por un milagro, que cada vez que el equipo salta al terreno de juego se diluye a golpe de derrota. El sufrimiento y la impotencia se han convertido en el hilo musical de la temporada del Centenario. Un año deportivo que estaba marcado en muchas agendas como el momento de dar el paso al frente, para consolidar la franja verde entre los mejores veinte equipos del fútbol español, dibujando un horizonte de esperanza futbolística con la que mirar hacia el infinito futuro; se ha perdido. No ha podido ser. La realidad ha superado la ficción. Ni el peor de los enemigos habría escrito un guión como el que la masa social franjiverde tiene que vivir durante esta campaña. Toca asumirlo y pensar que ya no se puede tocar más fondo... o al menos ese es el deseo. Otra cosa es lo que diga el próximo partido.

Porque si algo está teniendo que asimilar el entorno franjiverde es que la Ley de Murphy se está cebando con el equipo ilicitano. El síndrome del colista azota cada fin de semana y si algo puede salir mal, todavía saldrá pero para hurgar en la herida del Elche CF. Nadie es capaz de cortar la hemorragia con la que el conjunto franjiverde está desangrando su últimos clavos ardiendo, a los que clamar al cielo en busca de motivos para no bajar los brazos.

El problema al que se enfrenta el Elche CF no es perder en Nervión en un partido impotente y sin soluciones. El Pizjuán pasa y se olvida. El problema, y lo peor, es que quedan diecinueve partidos más para que la pesadilla de Sevilla se amplifique por una plantilla indolente, un entrenador timorato y un propietario desvergonzado. Cuando un equipo acumula diecinueve partidos sin ganar no hay un sólo culpable. Es importante diferenciar entre responsables y culpables.

Desde Francisco a Machín, pasando por Almirón. Todos y cada uno de los veintiocho jugadores que han tenido minutos está temporada, los que están y los que han estado. Todos. Incluso los que opinan pero no tienen voto, como el secretario técnico Sergio Mantecón, o los que votan y opinan y rodean al mandamás, sobre todo familiares y amigos que se dan golpes de franjiverdismo en la pechera pero manejan sin sentimiento el juguete. Y el que más él, Christian Bragarnik. Siempre lo he dicho y nunca dejaré de decirlo. No es ventajismo.

Quién se preocupa de hasta el último tornillo que da forma al Elche CF, debe asumir la responsabilidad y la culpabilidad de haber fallado. El problema del argentino es que ha cerrado los ojos. Lleva tres meses de ceguera disfrutando de ser campeón del Mundo con su Argentina y arrancando páginas del calendario, para descontar días y no tener que tributar en España.

Su labia le precede. Escribe cartas y manda mensajes a través de Instagram. Maneja el Club como siempre han intentando vendernos que nunca haría, como han intentando negar paralelismos con la figura de Peter Lim. Desde la distancia y en connivencia de su clan. Se ha convertido en todo lo que dijo no ser. Todos insisten en que es el más interesado en que al Elche CF le vaya bien pero nadie recuerda que las comisiones en fichajes como representante de futbolistas ya las ha cobrado, y el paquete accionarial que maneja a su antojo se paga a plazos, pudiendo renunciar a él con un buen monto ya acumulado en su arcas particulares.

Si le importa el Elche CF, no lo demuestra. Ni está, ¿ni se le espera? Aprendió de quién le dió el pase. Que yo no olvido que fue Pepe Sepulcre. Un hombre de fútbol, dicen. Y él pensará, el Elche CF rumbo a Segunda, sí, pero Messi es campeón del Mundo. Lo demás parece que ya no importa.

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